LA LIMPIEZA DE LA HÉLICE




La hélice  bajo el agua se ve expuesta a todos los ataques, oxidaciones y adherencias del mar. Es la pieza “clave” en la propulsión de los barcos y por ello merece una especial atención.

    Desde el escritorio de
   
   
Luis Velarde



La hélice representa el elemento que permite transformar la energía mecánica del motor en propulsión. Tener una hélice en mal estado es un desastre. Si está desbalanceada producirá vibraciones y acabará por estropear el eje de transmisión. Si está doblada o golpeada sería peor, ya que además de quedar desbalanceada, producirá enormes rozamientos que se traducirán en bajos rendimientos.



Por ello, cuando sacamos el barco del agua la primera inspección a la hélice será para determinar si tiene algún impacto que necesite reparación. Pero lo que siempre será necesario, tras un buen tiempo de permanencia del barco en el agua, es la limpieza de la hélice. Como en cualquier otra parte de la obra viva, el caracolillo y otras incrustaciones bajo diferentes formas de vida aparecerán originando importantes depósitos calcáreos que provocan irregularidades en su superficie y por tanto contribuyen de alguna manera a desequilibrarla, pero sobre todo a crear una superficie de gran rugosidad lo cual es sinónimo de fuertes rozamientos o lo que es lo mismo, bajos rendimientos y pérdida de empuje.


Tener la hélice muy sucia es como si en un coche rodáramos por una carretera en muy mal estado y llena de baches. Sabemos que una obra viva muy sucia frena notablemente el desplazamiento del barco. Y lo mismo ocurre con la hélice, pues aunque su superficie es mucho menor a la del casco mojado, al girar a mucha velocidad  es como si multiplicara su superficie por el número de revoluciones a la que gira.



La finalidad de esta carta es la de conservar nuestra hélice lo más limpia y pulida posible. Y en todo caso limpia de las horribles incrustaciones y depósitos calcáreos.


Para proteger la hélice de nuestra embarcación podemos colocar un ánodo de zinc, esto nos ayudara a evitar la corrosión en nuestra hélice. Y ¡Ojo!, no debemos pintar el ánodo, para eso está, para oxidarse y sacrificarse en favor del bronce de nuestra preciada hélice.




Antes de la limpieza

Después de la limpieza



Fuente: www.fondear.org/infonautic




Si tiene alguna pregunta o sugerencia respecto a los temas técnicos tratados aquí o sí ya no desea seguir recibiendo esta carta técnica, por favor envíe un correo electrónico a la siguiente dirección:
newsletter@ricepropulsion.com

www.ricepropulsion.com